Las indulgencias hacía tiempo que se habían transformado en medios para levantar fondos para diversos proyectos de la Iglesia. Hacia 1516, Lutero ya tenía dudas acerca de esta práctica, y, a riesgo de perder su sustento, negó su efectividad. Para 1517, Roma necesitaba grandes sumas de dinero para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro y el arzobispo de Maguncia, Alberto de Brandeburgo (1490–1545) había comprado tres posiciones eclesiásticas (mediante simonía) con un préstamo de la
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